jueves, 5 de agosto de 2021

De cuando me rompí.

Nunca pensé que terminaría escribiendo sobre algo así. Me siento estúpida, traicionada, engañada... No sé qué habré hecho en mi vida para merecer que se me envíe toda esta mierda. 

Era feliz y mi mente no paraba de decirme que algo no cuadraba, que algo no iba bien. Y yo pensaba que solo era mi propia fijación lo que no iba bien. Pero, de nuevo, me he vuelto a equivocar. No he confiado en mí y he vuelto a fallarme. 

Mi primer impulso fue huir. Escapar. Irme. Desaparecer. Pero olvidé que el mundo es redondo y por mucho que corras en algún momento volverás a estar en el mismo sitio.

Luego vino la ira. Y se juntó con la rabia de todos estos años. Mi cabeza imagina escenarios de confrontación en los que llevo a cabo venganzas que no sabía que era capaz de imaginar. Y disfruto con ello. 

Después llegó la culpa. Esa hija de puta siempre llega, aunque nadie la haya invitado. Y te hace ver todas las cosas que has hecho mal, todos tus errores, tus equivocaciones. Y llegan como un jodido tsunami que arrasa con todo y te deja echa polvo. 

Pero la culpa nunca me perteneció, solo fue un reflejo de todo aquello que amaba.

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