martes, 14 de junio de 2016

Quiero estar hecha de pedacitos del mundo.

Puede que nunca llegue a ser lo suficientemente fuerte como para que me de igual todo. Puede que sea demasiado emocional para ello. Puede que ponga demasiado empeño en las cosas que hago, o que me deje llevar demasiado por mis emociones. Eso no te lo pongo en duda.

Pero me niego a admitir que soy una más, aunque busque sentirme aceptada, acogida, aunque busque sentirme querida. No quiero ser una más. Quiero ser yo y a la vez un todo. Quiero ser capaz de cualquier cosa. Quiero vivir tanto que me olvide de que la vida puede acabar. Quiero abrazar árboles, farolas y banderas. Quiero sentirme arropada por la arena y adentrarme en bosques espesos. Quiero perderme en la profundidad del mar, pero sin perder de vista mi tierra. Sí. Mi tierra. Porque voy a permitirme el privilegio de llamar a un lugar mi hogar. O a muchos lugares, todavía no lo tengo claro.

Pero lo que sí que tengo claro, es que no quiero sentirme indiferente. Quiero ser importante, importante para mí, para mi vida. Quiero ser la protagonista de mi propia historia, y quiero contar esta historia a mis nietos cuando todo mi cabello sea plateado.

Puede que nunca llegue a construir una historia muy emocionante, o aventurara, o incluso interesante. Pero procuraré que todas y cada una de las cosas que haga, tengan un pedazo de mi persona, y que todas y cada una de las cosas que vea, cambien otro pedacito de mi persona. Y todo esto tengo la intención de hacerlo con la máxima emocionalidad posible. Tengo la intención de llorar y reírme al mismo tiempo. De estar triste durante semanas y reír a carcajadas en un instante. De luchar con valentía por algo y sentirme cobarde cuando lo vea cerca. De lanzarme desde lo más alto, para luego cerrar los ojos por miedo. Porque eso soy yo. Un saco de emociones andante. Un ser bueno y malo al mismo tiempo. Una persona con calificaciones contradictorias. Y jamás quiero ser otra cosa.

miércoles, 20 de enero de 2016

Carta abierta a las personas de mi vida.

Es un hecho el decir que por la vida de una persona los amigos van y vienen, pero por mi vida han pasado más amigos que buenas decisiones. En mis cortos 19 años de vida he tenido 6 "amigos para toda la vida", 3 "mis hijos te llamarán tía/tío", más de una veintena de "amigos que siempre estarán ahí", 5 grupos de "estaremos siempre unidos" y más de un centenar de "¡prometo que quedaremos más!". 

Todo esto me ha llevado a la conclusión de que las relaciones humanas se están convirtiendo en una farsa. Explicaré esto siendo sincera: siempre que he hecho un nuevo amigo ha sido porque esa persona necesitaba algo de mí o yo necesitaba algo de ella. Dentro de este "algo" encontramos un infinito abanico de posibilidades que van desde el más cálido de los abrazos hasta la más complicada pregunta del examen. 

En la actualidad las relaciones se han convertido en un intercambio de intereses. Valoramos a las personas que nos rodean en torno a lo que nos aportan, ya sea chicles, besos o conocimientos. Utilizamos a los humanos que nos rodean como fuente de ingresos ilimitada de cosas que necesitamos. Sin embargo, como ya he dicho, son un "intercambio" y cuando tú das algo esperas, consciente o inconscientemente, recibir otro algo a cambio, aunque sea una simple conversación vacía.

Muchas veces esta concepción que me he creado de las relaciones humanas me ha llevado a que algunos de esos "amigos" que he mencionado antes desaparezcan de mi vida, pero, por desgracia, no sin dejar rastro. Pues cuando alguien desaparece de tu vida deja incompleta esa acción del intercambio y da a conocer la que he bautizado como "la sensación del vacío argumental". Esta sensación tiene muchas formas de manifestarse, desde la decepción y la depresión hasta la alegría y la euforia, pues depende del tipo de intercambio que estuvieses realizando con dicha persona. Me explico. Si una persona que no hace más que pedirte cosas y cosas y cuando tú necesitas algo de esa persona te es imposible conseguirlo, no vas a llorar si desaparece de tu vida. Saldrás de fiesta, si eso. Pero si se da un intercambio notable de las denominadas "cosas importantes de la vida", cuando ese intercambio deja de producirse, con o sin un motivo aparente, se nota. Y mucho. Tanto es así que cada vez hay más depresiones en este finito planeta.

A pesar de todo esto, siguen existiendo relaciones que superan barreras, mareas, muros, hasta niveles del Candy Crush. Y parece que están hechas para durar para siempre. Pero... ¿qué más dará eso al final? Nacimos para el mundo y moriremos por él, sin importar cuantas veces nos dijimos te quiero, cuantas veces les llamamos groseros o cuantas veces le tiramos de los pelos a la más zorra del bar. 
Así que, si quieres un consejo: vive, que las putadas y placeres que te harán disfrutar de esa vida, llegarán de la mano de las personas-amigo con las que intercambies intereses y esos intercambios tan solo dependen de ti y de tus actuaciones, así como de la capacidad que tenga la otra persona de entablar una conversación en la que no termines hablando del clima. 


"Si las personas fueran dinero, el mundo estaría lleno de billetes falsos."
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...