miércoles, 18 de noviembre de 2020

El cambio

 Me enorgullezco de poder decir que mentalmente soy una persona relativamente estable. Tengo la cabeza amueblada, como diría mi madre. Sé diferenciar las cosas que me importan de las que no, sé decidir qué batallas quiero ganar y a menudo incluso diferenciarlas de aquellas de debo ganar. 

Se me llena la boca al decir que sé organizar mis prioridades, que tengo un talento natural para terminar las cosas que empiezo o que persigo aquello que más ilusión me hace, exista o no un camino establecido para conseguirlo. 

Y todo esto podría o no ser verdad y poco vas a pensar tú de la claridad de mis pensamientos. Hace un tiempo yo era una chica que tenía demasiado en cuenta lo que los demás pensaban. Y no os equivoquéis, por dentro sigue importándome aquello que pasa por vuestras cabezas. Pero estoy aprendiendo a diferenciar. A diferenciar entre las cosas que me interesan porque realmente aportan felicidad a mi vida, y a las que me interesan por esa afán mía de centrarme en predecirlo todo. 

No es un camino fácil esto de ser mentalmente estable. Tengo que reconocer que a pesar de ser estable, sigo siendo extremista e impaciente. Sigo haciendo mil preguntas que no vienen a cuento en esa conversación solo porque quiero poner en orden unos pensamientos que me han venido en ese momento, y no soy capaz de esperar a otro. También sigo eligiendo opuestos, aunque creo que esto forma parte de mi personalidad. Por mucho que existan grises y momentos para seleccionar el gris, mi cabeza tiene a los blancos y los negros. Al sí y al no, aunque cada vez intento ser más flexible en estas cosas. 

Pero de eso se trata, de ir cambiando y evolucionando, ir creciendo poco a poco y transformándote en una persona diferente a la que eras antes. Todos cambiamos, y el hecho de que no queramos admitir esos cambios, no niega su existencia.

jueves, 9 de abril de 2020

Pareja de ases.

La verdad es que no sé bien cuando o cómo empezó todo esto. En mi cabeza hay un cúmulo de historias y flashes que conforman ese todo y no sé bien qué momento elegir. Tal vez podría ser cuando te encontré borracho y perdido en medio de valencia y corriste hacia mí como un poseso. También podría ser cuando respondiste a una pregunta aludiendo a algo que yo había hecho y me puse súper roja por ello. O incluso cuando te pregunté si te gustaban los macarrones con queso.
Hay muchísimos momentos en esta historia que me hacen darme cuenta de lo muy feliz que soy a tu lado. Hay incluso algunos momentos malos en los que si ves la historia sin contexto podrías pensar que estoy loca por seguir contigo, que vas a terminar haciéndome daño y que no eres bueno para mí.  Pero algo que estoy aprendiendo contigo es a arriesgar, a que no todo puede ser planeado y a que hay que disfrutar también de los imprevistos. Y créeme cuando digo que hasta los malos momentos son buenos contigo. Porque pasamos por ello juntos, porque aprendemos sobre la marcha y cometemos errores que nos hacen estar más unidos, que nos ayudan a entendernos mejor, a pedirnos perdón, a aceptarnos. Y eso, para mí, no es comparable a nada.

Me alegro muchísimo de que aparecieses en mi vida para romper todos mis esquemas, Bonito del mar.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...