Y todo esto lo estoy haciendo desde el caos de la incertidumbre, desde la alocada posición que se atribuye a aquellos felices desdichados que optan por hinchar una burbuja y meterse dentro. Tal vez hoy me da por perderme en la inmensidad de los mares de tus ojos y mañana decido que necesito algo de tierra entre tanta agua. Pero eso no tiene por qué suponer un problema. He aprendido a vivir entre mares y tierras, a enamorarme de la vida cada día, a reconocer las cosas que quiero y no quiero en mi vida. Ahora disfruto más, de todo, sin excepciones. He añadido un extra de placer a mi vida, fijándome en las pequeñas cosas, teniendo en cuenta los detalles y escuchando las palabras por absurdas que sean. Pues a menudo aquello que nos parece más absurdo e irreal puede terminar siendo una de las mejores cosas que nos haya pasado en la vida.
Se que no todo el mundo acepta este nuevo cambio que he dado a mi vida. Se que hay gente que va a echar de menos la organización y la calma típicas de mi yo del pasado. Pero seamos sinceros, nunca se me dio bien controlar mis impulsos.
Puede que te apetezca opinar sobre mi loco y atípico estilo de vida, y puedes hacerlo, nadie va a impedirtelo. Sin embargo, te recomiendo que no lo juzgues sin a penas conocerlo, pues podrías estar perdiéndote una gran tarde de pensamientos y reflexiones sin sentido, de esas que hacen que te replantees hasta la medida de tus dedos de los pies. De las que inspiran a hacer cosas grandes, a ver lugares asombrosos y conocer gente irresistible. No soy quién para juzgarte si no quieres si quiera intentarlo, pero tampoco eres tú nadie para decirme que es lo que se supone que debería hacer.
"Mi diagnóstico es sencillo... sé que no tengo remedio."
Julio Cortázar.