- ¡Qué absurdo! Cómo si eso pudiese protegerte. – Esa voz rebotó en cada uno de los rincones del cuarto haciendo que todo mi cuerpo se retorciese por el miedo. Era una voz oscura, profunda y terrorífica pero a la vez cálida y conocida. Era extraño como me hacía sentir…
- ¿Quién eres? – Mi voz sonó segura y confiada, pero yo no lo estaba.
- ¿Quién soy? – Aquella cosa de ojos amarillos se levantó y me dio la espalda haciendo que por un momento absolutamente todo fuese oscuridad, pues no poseía cuerpo ninguno. Se aproximó al espejo y conseguí distinguir sus ojos amarillos. – Soy aquello que los niños temen, los adultos conocen y los ancianos admiran. Soy el rencor, la ira, el enfado y la avaricia. Soy joven y fuerte a pesar de ser viejo y débil. Tengo millones de años y he muerto más de un millar de veces.
Aquel ser dio un giro brusco y me miró con aquellos profundos y peligrosos ojos amarillos, y entonces las caras de todos aquellos a los que la humanidad teme aparecieron de la nada como si hubieran estado allí todo este tiempo. Todas empezaron a hablar al mismo tiempo y empezaron a acercarse a mí. No conseguía entender a ninguno pero todos contaban diferentes historias… De repente aquel ser empezó a reír malévolamente, y empezó a acercarse junto con las caras haciendo que estas se uniesen a su tenebroso coro de repetición que se oía más y más fuerte por cada paso
- Soy aquello que los niños temen, los adultos conocen y los ancianos admiran. Soy el rencor, la ira, el enfado y la avaricia. Soy joven y fuerte a pesar de ser viejo y débil. Soy aquello que los niños temen, los adultos conocen y los ancianos admiran. Soy el rencor, el egoísmo, la ira, el enfado y la avaricia. Soy joven y fuerte a pesar de ser viejo y débil… Soy tú, Jessica, soy tu rencor, tu egoísmo, tu ira, tu enfado y tu avaricia. Soy todo aquello que temes. – Ese ser se aproximó lo suficiente como para que pudiese ver el cuerpo que antes no existía, era yo, era una versión de mí. Una versión malévola y egoísta de mi persona.
- Ves, no somos tan diferentes – dijimos aquel ser y yo al unísono con una voz que no reconocí como mía. Me sonreí malévolamente antes de que todo se desvaneciese y despertase sobresaltada en el sofá de la casa de mi tía."
"Nosotros creamos nuestros propios demonios"
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